Los recientes incidentes con un móvil en Burgos y un ordenador en un vagón de metro de Madrid ponen de nuevo de relieve los posibles riesgos de las baterías y móviles
Las 9.08 horas de un día cualquiera, de un lunes cotidiano. Miles de personas bajan a las profundidades de Madrid para coger el
metro, el transporte que les llevará al trabajo y al centro de estudios. De repente, algo huele a chamusquina. Nunca mejor dicho. Procede del interior de un bolso de mujer en el que se porta un ordenador portátil. Un suceso que ha provocado el caos en hora punta, obligando al maquinista a echar el freno para poder desalojar a los viajeros.
El suceso, que ha tenido lugar en la línea 9 de metro en la estación Príncipe de Vergara, ha provocado un intenso humo en el vagón. Y, casi sin querer, se ha sumado a otro episodio vivido recientemente; el de un niño de 10 años residente en Burgos que ha sufrido quemaduras después de que se incendiara su teléfono móvil comprado en noviembre de 2016. El terminal, además, se reparó en marzo de este año cuando le cambiaron la batería y la placa base.
La familia en este caso ha denunciado por lesiones a la compañía suministradora y al fabricante de un móvil cuya batería comenzó a arder y provocó al pequeño daños importantes en la mano por quemaduras químicas. El incidente ocurrió el pasado 7 de agosto en el domicilio familiar de la capital burgalesa, según informó este domingo la Cadena Ser. Según la madre del niño, que ha pedido el anonimato para preservar la intimidad del menor, su hijo «empezó a gritar y le vi en el pasillo con el móvil en la mano ardiendo y emitiendo un intenso humo negro».
Aunque no suele ser habitual, los dispositivos electrónicos pueden poner en riesgo la seguridad de los usuarios por posibles cortocircuitos generados principalmente por las baterías de iones de litio empleadas. Un componente electrónico que contiene elementos químicos y que, como tal, suelen degradarse con el tiempo. Como un circuito electrónico, están compuestas de Cátodo (polo positivo), Ánodo (polo negativo) y Electrolito (elemento químico). Pero es la tecnología más perfeccionada y solvente que ha encontrado la industria para alimentar a los aparatos electrónicos. La sombra de la crisis del Galaxy Note 7 de Samsung es demasiado alargada.
Si bien todos estos casos son hechos aislados, lo cierto es que cuando se produce más de uno puede llevarse las manos a la cabeza y temer, incluso, por su integridad física. Máxime a que los teléfonos móviles inteligentes, sobre todo, son ya un compañero habitual en la vida de las personas para sus comunicaciones. Los expertos, sin embargo, advierten que la mayoría de baterías pasan los correspondientes filtros de seguridad y, por ende, no suelen derivar en problemas adicionales como explosiones, pero el riesgo de ignición, es cierto, existe.
«El número de aparatos electrónicos que explotan son pocas en comparación con la cantidad de ordenadores, portátiles y móviles que tenemos. La proporción es muy baja. El porqué es que a veces se recalientan demasiado de tanto cargarlas y descargarlas. Hay que tener en cuenta que, en realidad, es un dispositivo electroquímico, así que si se produce un cortocircuito entre el ánodo y cátodo puede ocurrir una explosión», explica a este diario Javier Martínez, profesor de la UPM y el Departamento de Ciencia de Materiales.
Cargadores no oficiales y sobrecalentamientos
Los fabricantes de tecnología de consumo recomiendan, en ese sentido, que no se carguen los dispositivos electrónicos con cables no oficiales porque pueden tener amperajes distintos o estar en mal estado, así como no manipularlas o acercarlas a fuentes de excesivo calor como una estufa. Las baterías, por regla general, se suelen degradar conforme se acumulan ciclos de carga (aproximadamente en torno a las mil recargas).
Uno de los problemas que puede estar detrás de estos casos es el sobrecalentamiento, un motivo que puede estar detrás de estos incendios. En este escenario se puede dar el caso que los componentes químicos en el interior de las baterías entren en contacto pueden ocasionar en casos muy puntuales un problema adicional. Este experto cree que, en ocasiones, las celdas y componentes de la batería están tan comprimida que, y descartando un mal uso del dispositivo, se debilitan. Entonces -recalca- se pueden unir el polo positivo y negativo provocando un chispazo, derivando en una reacción en cadena.
«La gente no nos damos cuenta la cantidad de baterías que usamos todos los días. Dentro de lo que cabe es posible que alguna explote. Cada vez pedimos más capacidad para que duren más los dispositivos. Lo que se intenta es añadir más material en el mismo espacio, así que los electrodos están más cerca. Al final conforme acumulamos cargas se van deteriorando por dentro haciendo que algo pueda producir ese cortocircuito», advierte.
Defectos de fabricación
Otra de las posibles explicaciones se encuentra en un defecto de fabricación que puede derivar en un cortocircuito o liberar el un contenido inflamable. Es una de las razones más habituales, pero como tal en la mayoría de ocasiones no se puede anticipar si se va a producir.
«A veces no es un fallo de fabricación, ya que eso es si solo se produce al principio [como en el caso del Note 7]. Si alguien lo utiliza bien no pasa nada, pero es un proceso electroquímico que se utiliza con frecuencia, a veces incluso al cabo del día varias veces, y el terminal está diseñado para X ciclos de vida», añade. «A veces es que utilizamos mucho un dispositivo y falla, pero falla uno de vez en cuando».
Este experto considera que los «cambios bruscos de temperatura» como recibir mucho calor o mucho frío puede ser otro motivo. «Es como si alguien mete un tenedor en un enchufe. Es unir dos electrodos que se unen produciendo un chispazo y puede ocasionar fuego», subraya. Por esta razón, se suele recomendar que jamás se manipule por parte de un inexperto, evitar estresar las baterías con recargas constantes, conectarlas con cables oficiales y no colocarlas a una fuente de calor extremo, aunque cabe recordar que por lo general aguantan temperaturas de más de 40 grados como en una playa.
Ángel Cuadras, profesor del departamento de Ingeniería Electrónica de la Universidad Politécnica de Cataluña, apunta a que las razones de una posible explosión «pueden ser muchas», aunque considera que puede estar detrás un exceso de temperatura o fallos de fabricación. «Un accidente puede haber por cualquier motivo, pero las baterías son elementos delicados y cuidar de ellas es una buena recomendación», sostiene este experto.
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